Están apareciendo en diferentes medios de comunicación una serie de anuncios en donde niños y niñas hacen llamados para consumir alimentos y bebidas chatarra. Estos alimentos se caracterizan por tener muy bajo o nulo contenido nutricional y suelen estar cargados de grasas saturadas trans, total o parcialmente hidrogenadas, siendo muy dañinos para la salud, especialmente para los niños. La Organización Mundial de la Salud, OMS, ya ha expresado su preocupación por esta publicidad dañina. Si desde temprana edad se consumen regularmente estos alimentos lo más probable es que cuando adultos se sufra alguna enfermedad cardiovascular, obesidad o desnutrición, u otra serie de consecuencias negativas para la vida. Hay estadísticas muy preocupantes sobre la creciente obesidad en los niños, nuestro país no es la excepción, y esto es causado en gran parte según informes científicos, por la ingesta de estos productos. Muchos de estos alimentos están prohibidos por leyes de la seguridad alimentaria en muchos países.
La Organización Mundial de la Agricultura y la Alimentación, FAO, considera que se debe tener mucho cuidado con su ingesta, y que los países deben regular su consumo y publicidad sobretodo cuando se utilizan niños y niñas como sucede en nuestro país. Dinamarca y Suiza van a la cabeza en su prohibición, y muchos países están analizando también su interdicción definitiva para salvaguardar la salud de sus habitantes. Por favor si el gobierno no los prohíbe ya que en nuestro país aun no leyes sobre seguridad alimentaria, por lo menos que sugiera a las empresas que no se valgan de los niños y niñas en la publicidad para fomentar el consumo de los producto chatarra que producen: colas, boquitas, margarinas, sopas en sobre. La Dirección General del Consumidor debería intervenir urgentemente para que esta clase de abusos cese definitivamente, la Procuraduría para la Defensa de los Derechos Humanos igualmente. Las corporaciones deberían ser más éticas en este campo y no utilizar a niños y niñas en este tipo de publicidad, y por lo menos deberían advertir en letras grandes, legibles, que su consumo en exceso daña la salud para que los maestros y padres de familia estén atentos y sabedores del riesgo a que se exponen los menores de edad con su ingesta.
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